¿Sabemos qué coche nos estamos comprando? El engaño de las marcas.
El mundo de la automoción está experimentando el mayor cambio de su historia: coches semi-autónomos, conectados… La enorme oferta disponible en la actualidad y la feroz competencia entre constructores se traduce en coches cada vez más parecidos entre sí, carentes de personalidad. Por ejemplo, un Seat León, un Volkswagen Golf y un Audi A3 son, en esencia, el mismo coche, pues comparten plataforma y motores (las tres marcas, junto a Skoda, conforman el Grupo VAG).
A menudo, los compradores suelen adquirir un vehículo que, en realidad, es muy distinto a como creen que es. Esta situación hace que nos planteemos algunas preguntas:
- ¿Merece realmente la pena pagar la diferencia «extra» por un A3 respecto a un Golf o un León?
- ¿Hasta qué punto nos manipulan las marcas y por qué pasa esto?
Casi todas las marcas mantienen algún tipo de alianza.
Y firmas premium como Mercedes no son una excepción.
El recién lanzado pick-up Mercedes Clase X comparte infinidad de elementos con el Nissan Navara, pues Mercedes y el Grupo Nissan-Renault mantienen acuerdos de desarrollo de plataformas y motores. La Clase X adopta el bastidor y chasis del Navara, así como sus mecánicas diésel (de 163 y 190cv). En otras palabras, técnicamente son el mismo coche, con la salvedad de que el Mercedes cuesta, de media, unos 6.000€ más. El comprador tendrá «conciencia» de estar adquiriendo un vehículo premium (que lo es) cuando en realidad se está llevando un Navara «disfrazado» con otra carrocería.
El gran conglomerado PSA: Citröen, Peugeot, DS y Opel.
Veamos otro ejemplo. ¿Qué tienen en común un Peugeot 308 y un Citröen C4 Grand Picasso? El 308 es un compacto, mientras que el C4 es un monovolumen tradicional. A simple vista, parecen coches totalmente distintos.
Sin embargo, ambos vehículos comparten plataforma-bastidor y motores, ya que forman parte del mismo grupo o matriz. Técnicamente, se trata de coches muy semejantes, aunque las marcas, como es lógico, destinen esfuerzos en diferenciarlos y hacernos creer lo contrario.
Grupo Volkswagen: 12 marcas compartiéndolo casi todo.
Volviendo al ejemplo inicial (Golf, León y A3), el «engaño» es mucho más evidente. Cierto es que el comprador de un Audi A3 se lleva un vehículo con unas calidades de acabados excelentes (es la referencia), aspecto donde ni el Golf ni el León desmerecen en absoluto. La pregunta es: ¿Merece la pena pagar unos 6.000€ extra por un A3 en lugar de un Seat León a igualdad de motor y equipamiento?
Desde un punto de vista puramente racional, no, en absoluto, ya que desde una posición técnica y objetiva, estamos ante el mismo coche, con unas prestaciones, comportamiento y posibilidades de equipamiento prácticamente calcadas. Se diferencian, prácticamente, en el diseño (aspecto tan importante como subjetivo). Desde un punto de vista emocional, la respuesta ya es más discutible, pues para algunos compradores la «imagen de marca» les reportará gran satisfacción viendo justificado ese mayor desembolso.
¿Por qué las marcas nos ofrecen coches «clónicos»?
Si bien en los años 80 se contabilizaban apenas una decena de fabricantes, en la actualidad esa cifra se ha multiplicado: la competencia es muy alta, y la saturación, máxima. Por este motivo, los fabricantes se ven abocados o a reducir costes, o a diferenciarse. De ahí que las marcas se hayan ido asociando en los últimos años y compartan propulsores, plataformas e incluso los mandos del interior. El consumidor, en la inmensa mayoría de los casos, desconocerá este hecho y tomará sus decisiones de compra «engañado». Y todo ello aun disponiendo de más información que nunca.
Por otra parte, las preferencias de los consumidores han cambiado drásticamente. Hace 20/30 años, el apartado mecánico era vital y había grandes diferencias entre unos modelos y otros. Hoy en día,»marcar diferencias» a nivel técnico cada vez es mucho más complicado. Las posibilidades de evolución de los coches actuales se están agotando, algo que cambiará con los vehículos eléctricos, que es un nuevo «mundo». Así, los fabricantes están optando por ofrecer «experiencias» y asociar sus marcas a valores, principios, el espíritu aventurero, etc. Es algo que hacen muy bien determinadas marcas como Toyota (ofertando vehículos híbridos respetuosos con el medio ambiente), BMW («¿Te gusta conducir?«), etc.