Los coches diésel están atravesando horas bajas. Las futuras restricciones de circulación, la normativa de emisiones y la preocupación por el medio ambiente están disparando las ventas de vehículos de gasolina –e híbridos–.
- ¿Debemos comprar gasolina o diésel?
- ¿Cuánto consume realmente un coche de gasolina?
- ¿Nos están manipulando?
Lo comprobamos a bordo de un Opel Mokka X 1.4 Turbo 4×2 de gasolina.
ÍNDICE
¿Gasolina o diésel? La eterna pregunta
En realidad, en muy poco tiempo esta pregunta dejará de tener sentido por el auge del coche eléctrico. Pero, siendo realistas, y a menos que vivamos en Madrid o Barcelona, deberemos seguir dándole respuesta al menos durante algunos años más.
En los mercados, pocas palabras causan mayor sensación que el miedo y la incertidumbre. Y esto es precisamente lo que está ocurriendo estos días en el sector de la automoción, ante las posibles restricciones en la circulación; el incremento de la carga fiscal de los carburante o del impuesto de matriculación; o cuánto de contaminante puede ser un coche impulsado por gasóleo o gasolina.
El consumidor no sabe qué coche comprar: ¿gasolina? ¿diésel? ¿híbrido? ¿a gas? La incertidumbre está haciendo mella en las ventas y eso puede tener consecuencias fatales en el empleo a medio plazo.
Como suele ocurrir, siempre hay una explicación detrás de lo que escuchamos, leemos y vemos en los medios.La mayor parte de las informaciones están distorsionadas y son tendenciosas, ya sea de buena o mala fe. Sea como fuere, el gran perjudicado es el consumidor final.
Comprar un coche gasolina o diésel tiene sentido
A día de hoy, por supuesto que lo tiene. Muchos conductores tienen pavor a que no les dejen circular con su nuevo vehículo de combustión por las posibles y eventuales restricciones de circulación, pero conviene tener en cuenta varias circunstancias.
Cualquier coche nuevo cumple con las últimas normas anticontaminación
Es decir, cumplirá con las últimas normas Euro 6, lo que implica ser merecedor de la Etiqueta C de la DGT. Cualquier vehículo moderno es infinitamente menos contaminante que un modelo del año 2000, sobre todo en lo que a emisión de partículas NOx se refiere, tanto si es gasolina o diésel.
⇒ Consecuencia: no tenemos que preocuparnos por si podemos circular o no a medio plazo, incluso en grandes ciudades como Madrid o Barcelona.
Más del 90% de los coches vendidos son puramente de gasolina o diésel
A este porcentaje se puede añadir los coches con microhibridación ligera o mild hybrid. Se trata de aquellos coches que cuentan con un pequeño motor eléctrico que alimenta elementos auxiliares del coche, como el aire acondicionado. Técnicamente son híbridos, pero en ningún momento este motor eléctrico impulsa el coche por sí solo, por lo que cabe considerarlos como coches de combustión «tradicionales».
Sin embargo, a efectos legales son merecedores de la Etiqueta ECO de la DGT, con todas las ventajas que esto reporta. Algunos ejemplos de coches «microhíbridos» son el nuevo Mazda 3, algunos Audi, el Hyundai Tucson… entre otros muchos.
⇒ Consecuencia: el mercado, ahora mismo, está pensado por y para los coches de combustión, aunque se esté transformando para acoger al coche eléctrico.
La inmensa mayoría de la población española no viven en grandes ciudades
Es decir, en Barcelona o Madrid, donde actualmente hay normativas que limitan, de una u otra forma, la circulación. Tenemos que tener en cuenta que es totalmente lógico que se produzcan estas restricciones por el enorme parque móvil que circula por estos núcleos de población.
¿Debemos alarmarnos?
Muchos madrileños y barceloneses que viven en el centro, directamente prescinden de tener un coche en propiedad porque no lo necesitan. Se recurre al transporte público, el coche compartido e incluso a los patinetes eléctricos como soluciones de movilidad. Y aún en el caso de adquirir un coche nuevo con la etiqueta C de la DGT, siendo residentes, no tendremos problemas para movernos a medio plazo. Por tanto, debemos ser cautos, realistas y no dejarnos alarmar por ciertas informaciones.
Si, por el cambio tenemos un coche de más de 10 años sin etiqueta, y estamos de visita por la ciudad, siempre podemos estacionar en lugares indicados y echar mano del transporte público y compartido. Esto no debe suponer un problema porque, aunque en el futuro no nos permitan entrar en la ciudad con nuestro viejo coche de gasolina o diésel, tampoco tiene sentido hacerlo, por la dificultad de aparcar; el tráfico; el coste de los aparcamientos privados o zona azul… en definitiva, no debemos preocuparnos.
⇒ Consecuencia: Determinados medios y agentes utilizan el miedo para influir en las decisiones de compra de los consumidores. No hay razones para alarmarse.
El coche eléctrico no es, de momento, una solución real
Queda claro que el vehículo eléctrico es el futuro y que a corto plazo la oferta se multiplicará. Pero fuera de un escenario típicamente urbano el coche eléctrico pierde su sentido. O, mejor, dicho, su ventaja. La tecnología actual de las baterías y, sobre todo, de recarga, no pueden competir con un motor térmico. Se antoja difícil imaginar un escenario de operación salida en vacaciones con millones de vehículos que tengan que utilizar un cargador a mitad de camino.
Así pues, si utilizamos nuestro vehículo con relativa frecuencia en trayectos medios y largos, la opción óptima para toda aquella persona pasa por un vehículo de gasolina o diésel. O, en todo caso, un híbrido tradicional o híbrido enchufable.
Éstos últimos son especialmente eficientes en ciudad, con consumos muy bajos, pero su sobreprecio, el tipo de cambio automático que emplean algunos híbridos –de tipo variador continuo–, o el menor espacio que es ocupado por las baterías juegan en su contra.
Entonces:
- ¿Sigue mereciendo la pena comprar un coche diésel?
- ¿Tiene sentido optar por un SUV de gasolina?
A continuación, realizamos un experimento de consumo real con un Opel Mokka X 1.4 Turbo 140cv de gasolina para determinar si merece la pena frente al motor diésel 1.6 CDTI de 136 cv con el que se ofrece.
Opel Mokka X 1.4 Turbo de gasolina
Nuestro protagonista es un SUV de 4,27 metros de largo, rival del Hyundai Kona, Seat Arona, Volkswagen T Roc o del nuevo Peugeot 2008… aunque por tamaño está más cerca del Nissan Qashqai y compañía.
Ficha técnica
- Dimensiones largo/ancho/alto: 4,27/1,78/1,65 metros.
- Motor de 1.364 cc. y 4 cilindros, turbo, 140 cv y 200 Nm de par.
- Velocidad máxima: 196 km/h.
- Aceleración de 0-100: 9,9 segundos.
- Peso: 1.394 kilos.
- Maletero: 356 litros.
- Consumo urbano oficial: 7,5 litros/100 km.
- Consumo extraurbano oficial: 5 litros/100 km.
- Consumo medio oficial: 5,9 litros/100 km.

Recorrido y condiciones de circulación
El recorrido de prueba ha sido de 620 kilómetros íntegramente realizados en la isla de Tenerife. Por tanto, estamos ante un escenario de orografía muy variable, con constantes subidas y bajadas. Aún así, la mayoría de la distancia se ha cubierto por la autovía costera, llana y prácticamente a nivel de mar.
La temperatura media oscila entre los 20 y 24 grados. Las presiones de los neumáticos se ajustan a los valores recomendados por el fabricante. En todo momento se ha procurado realizar una conducción normal, sin buscar ni la máxima eficiencia ni exprimir las posibilidades del motor. El aire acondicionado se mantuvo conectado la mitad de tiempo, aproximadamente y el coche circuló en todo momento con 2 ocupantes.

Las pronunciadas bajadas compensan, en gran parte, el alto consumo efecto de las constantes subidas. El objetivo es constatar cómo se comporta el consumo del coche en todo tipo de escenarios, y no solamente en circuitos o rutas preestablecidas.
Factores a tener en cuenta
Estamos ante un SUV
Los SUV, tan de moda en los últimos años, tienen una serie de inconvenientes respecto a un compacto/berlina tradicional:
- Los SUV pesan más –en torno a un 15/20%–, lo que redunda en mayor consumo.
- Por las razones anteriores, suelen equipar motores más potentes y de mayor cilindrada para igualar las prestaciones respecto a un turismo normal, lo que se traduce nuevamente en mayor consumo.
Los SUV se visten a «lo grande»
Tener una carrocería más voluminosa, implica, además de un mayor peso y consumo, una peor aerodinámica. Como referencia, el coeficiente aerodinámico –Cx– del Mokka es de 0,35, mientras que el del Opel Astra es de 0,29. Pero, además, el hecho de ser «grandes» supone que un SUV equipe llantas de enormes dimensiones –hasta de 20″– que armonizan el conjunto estético, al tener más superficie de metal respecto a un compacto tradicional.
El hecho de llevar llantas de mayor diámetro tiene 2 consecuencias:
- Montar neumáticos de mayores dimensiones y, por tanto, con mayor resistencia a la rodadura: más consumo.
- Estos neumáticos suelen tener un perfil bajo, hay poca goma entre la llanta y la superficie de contacto del suelo, lo que supone una merma en la comodidad de marcha porque se perciben más las irregularidades del asfalto.

3. Los motores de gasolina son más sensibles que los diésel ante cambios de ritmo.
En los últimos años, la brecha de consumo entre los motores gasolina y diésel se ha reducido drásticamente. La explicación cabe encontrarla en la técnica del downsizing. Consiste en reducir la cilindrada y mantener la potencia a base de implementar sistemas de sobrealimentación: turbos y compresores.
Uno de los artífices fue el motor Ecoboost de Ford, que con apenas 1 litro de cilindrada y 3 cilindros, puede desarrollar potencias de hasta 140 cv, y que es montado desde modelos pequeños del segmento B como el Ford Fiesta hasta berlinas de casi 5 metros como lo es el Ford Mondeo.

Ahora bien, por razones puramente técnicas y físicas, un motor diésel siempre consumirá menos respecto un gasolina equivalente. Además, el propio régimen de funcionamiento del motor de gasolina, que hay que «estirar» más para que entregue toda su potencia, hace que ante variaciones en el ritmo (por ejemplo, adelantamientos, paradas y arrancadas), la diferencia respecto a un motor alimentado por gasóleo se dispare. Sin duda, es otro importante factor a tener en cuenta.
Resultados de consumo
Tras 620 kilómetros los resultados obtenidos son relativamente sorprendentes, para bien. El Opel Mokka arrojó un consumo mixto de 7,2 litros a lo 100 kilómetros. Se trata de una cifra destacable teniendo en cuenta la irregular orografía de la isla; que estamos ante un SUV con una aerodinámica mala respecto a un compacto como el Opel Astra; y que esta unidad contaba con unas enormes llantas de 19 pulgadas cuyas gomas no invitan a la economía, precisamente.

Según atestiguan medios del Motor, el motor diésel equivalente del Mokka, un bloque 1.6 de 4 cilindros y 136 cv, arroja un consumo medio real de 6 litros, por lo que la diferencia entre ambos es ajustada.
Entonces, ¿Gasolina o diésel?
Como hemos podido ver, cabe atender a múltiples parámetros para dar respuesta a esta pregunta. En todo caso, conviene tener en cuenta las siguientes «reglas de oro» a la hora de tomar la decisión.
Regla nº 1: un diésel siempre va a consumir menos que un gasolina
Parece obvio, pero los fabricantes, en sus campañas, hacen creer lo contrario. Y no. Técnica y mecánicamente, un diésel siempre, a igualdad de condiciones, consumirá menos combustible. La diferencia, como veremos ahora, puede ser de un 5% menos… hasta un 30/40%.
Regla nº 2: a mayor tamaño y volumen, la diferencia de consumo será mayor
En coches pequeños, la diferencia entre las versiones gasolina y diésel serán mínimas, del entorno del 5-10%. A medida que subimos de segmento, la brecha se dispara. Así, una berlina diésel media, por ejemplo, un Skoda Octavia, Ford Mondeo, BMW Serie 3…, consume alrededor de un 15-20% menos que su homólogo de gasolina.
Por su parte, un SUV medio/grande, como el Peugeot 5008, bastante pesado y voluminoso, puede arrojar una diferencia del 25-30%. En todoterrenos puros o monovolúmenes grandes, como los Toyota LandCruiser o Seat Alhambra, respectivamente, las diferencias pueden llegar al 40%.
Regla nº3: los cambios de ritmo juegan en contra de los gasolina
Si mantenemos cruceros a velocidad constante por autovía, un gasolina, incluso de tintes deportivos, puede arrojar consumos muy contenidos. Peso a medida que circulemos por ciudad, o exijamos prestaciones al motor, el consumo en los gasolina se disparará. También en os diésel, pero en una proporción mucho menor.
Regla nº4: los diésel son cada vez menos rentables
Las estrictas normas anticontaminación –Normas EURO–, que son especialmente estrictas con las partículas NOx y no tanto con las emisiones de CO2, provocan que los nuevos motores diésel equipen sofisticadísimos sistemas antipolución, como los filtros FAP, las trampas de NOx o la inyección de AdBlue en los gases de escape.
Esto supone que su precio se encarezca porque estos componentes son muy caros de por sí. Los vehículos de gasolina no los equipan porque emiten, por su naturaleza, menos NOx, aunque ya empiezan a equipar filtros de partículas.
¿El resultado?
Que la diferencia de precio entre diésel/gasolina es cada vez mayor y, por tanto, cada vez cuesta más amortizarlos y hay que recorrer más kilómetros al año.
Regla nº5: los diésel no son aptos para recorridos cortos
Esto es debido a los sistemas anticontaminación citados, que se deterioran rápidamente si no trabajan a su temperatura de funcionamiento. En la práctica, si realizamos recorridos cortos en los cuales el motor no alcance su temperatura normal de uso –90 grados aprox.–, en poco tiempo corremos un alto riesgo de ocasionar una avería que, además, es muy cara.
Por esta razón, debemos evitar la compra de un diésel si realizamos este tipo de desplazamientos, cortos, de escasa duración y por ciudad, básicamente. A los gasolina también les está empezando a afectar esta patología, porque comienzan también a equipar filtros de partículas.
Conclusion final
Los vehículos diésel no están acabados, como parecen indicar los medios. Son muy recomendables si, por regla general, realizamos 20.000 km al año o más, sobre todo en desplazamientos por carretera/autovía y, sobre todo, si optamos por comprar un vehículo mediano o grande. No debemos dejarnos influir en exceso por las políticas de miedo de los medios, ya que los vehículos actuales cumplen con estándares de contaminación muy estrictos y está asegurada su circulación a medio plazo (10 años vista).
Por el contrario, si circulamos habitualmente por ciudad, un gasolina tradicional o incluso un híbrido o híbrido enchufable, son las opciones perfectas. Optar por la gasolina también es una buena opción en vehículos pequeños, puesto que la diferencia de precio respecto a sus versiones diésel se amortiza tras muchísimos kilómetros.
Finalmente, los vehículos eléctricos y conectados, que son el futuro de la automoción, en estos momentos solamente son recomendables en escenario de grandes ciudades, para recorridos cotidianos, y siempre y cuando podamos cargarlo en nuestra casa/garaje. A medida que avance la tecnología de recarga y su autonomía se emplazarán como candidatos reales a los motores de combustión.